6 cosas que desearía que las personas supieran acerca de criar un niño con dispraxia

Nuestra hija Elizabeth tenía dos años y medio cuando fue diagnosticada con dispraxia. Tengo que admitir que en ese momento no podría haberle dicho mucho acerca de lo que eso significaba, o incluso qué era la .

Pero desde entonces, hemos vivido 19 años con nuestra hermosa hija y hemos aprendido mucho. Hemos ido a terapia, hemos colaborado con los maestros de su escuela y hemos trabajado con ella en la casa. La hemos visto crecer y lograr cosas maravillosas. Ahora que tenemos toda esta experiencia, me hubiera gustado, de cierta manera, poder haber contactado a esa joven mujer que era en ese entonces y enseñarme lo que sé ahora.

Eso no es posible, por supuesto. Pero lo que puedo hacer es compartir con otras familias lo que nuestra familia ha aprendido.

Estas son seis cosas que hubiese querido saber acerca de criar a un niño con dispraxia.

  1. Algunos síntomas son obvios, pero otros están ocultos

    La dispraxia tiene muchas señales que son evidentes, como mala escritura a mano o la incapacidad de cortar con tijeras. Usted puede ver a un niño con dispraxia tener problemas para lanzar y atrapar una pelota. Quizás tenga problemas para hablar con claridad. La terapia, la práctica y la repetición ayudaron a que mi hija aprendiera muchas de estas habilidades. Requirió tiempo y paciencia, pero yo me percaté de esos problemas de inmediato y conseguí ayuda.

    Fueron los efectos ocultos de la dispraxia los que tardé en reconocer y abordar. Por ejemplo, el cerebro de mi hija puede confundir los pasos necesarios para hacer una tarea. Puede que no recuerde qué hacer primero y puede hacerla mal o quedarse paralizada y no hacer nada. También tiene problemas con la memoria a corto plazo. En ocasiones no puede recordar nuestros planes del día, incluso si se lo repito varias veces.

  2. Un niño con dispraxia no hace las cosas “mal” a propósito

    Es fácil frustrarse con un niño que tiene dispraxia. Una de las cosas más difíciles que he tenido que entender acerca de Elizabeth es que ella no hace las cosas a propósito.

    Ella no tuvo la intención de romper ese juguete. No olvidó cómo sumar números a propósito. No intentaba incendiar la casa cuando puso el pan en el microondas durante 15 minutos en lugar de hacerlo durante 15 segundos. Nada de estas cosas fueron hechas adrede.

    Eran síntomas de la dispraxia, no sus decisiones. Si hubiera entendido antes este hecho tan importante, hubiera estado más tranquila.

  3. Los malos hábitos se adoptan rápidamente

    Cuando Elizabeth estaba aprendiendo a escribir, escribía la letra “k” tan mal que parecía una “h”. Esto lo hacía en la escuela, pero nadie lo señaló.

    Cuando me di cuenta y traté de corregirla, ya era muy difícil cambiarlo. Simplemente no podía procesar cómo escribir correctamente la “k”, incluso si estaba a su lado y la corregía cada vez que la escribía. Finalmente, con terapia logró hacerla bien, pero eso no fue divertido ni para ella ni para mí.

    Fue ahí cuando me di cuenta lo importante que es recibir la instrucción apropiada desde el principio. Podría ser cómo decir una palabra, cómo colgar una camisa o en nuestro caso, cómo escribir una letra. Con los niños dispráxicos es importante tomarse el tiempo de mostrarles la manera correcta de hacer algo.

  4. Un día puede ser grandioso y el siguiente un desastre

    He visto de cerca los altibajos de Elizabeth. Un día está perfectamente organizada. Se viste rápidamente, prepara su desayuno mientras conversa, lava los platos y está lista para lo que sea. Pero al día siguiente, se pone la blusa al revés y tiene problemas para saber cómo usar la hornilla.

    Muchas cosas pueden afectar la habilidad de los chicos con dispraxia para estar organizados y preparados. Un poco de estrés, de fatiga o de ansiedad puede descontrolarlos, y es frustrante y desalentador presenciarlo. La clave está en enfrentar las cosas cuando suceden y no adelantarse, y saber que usted puede ayudar. Hable con su hijo, escriba las rutinas, sea paciente y no pierda el sentido del humor.

  5. Es un maratón, no una carrera de velocidad

    Cuando empezamos el tratamiento, yo quería hacer todas las cosas de inmediato. ¡Arreglemos esto! Quería mejorarlo desde ayer. Nuestro primer terapeuta nos habló francamente del camino que estábamos empezando a recorrer. Nos dijo sin rodeos, la dispraxia no desaparece.

    A medida que nuestros hijos crecen, sus necesidades y sus retos cambian tanto en forma como en cantidad. Así que tómeselo con calma y sea persistente, no se apresure. Haga lo tenga que hacer hoy, y disfrute sus logros que cosecha lo largo del camino.

  6. La dispraxia afecta a los chicos de diferentes maneras, y no hay que “repararla&rdquo

    La manera en que la dispraxia afecta a Elizabeth es diferente a la manera en que afecta a otros chicos con dispraxia. Lo que podría ser cierto para mi hija, puede no serlo para su hijo.

    Por ello es importante que observe a su hijo y aprenda de él. Mientras más entendía las dificultades de Elizabeth, más ejemplos específicos podía darle a sus maestros y terapeutas de cuáles eran sus problemas.

    Aprender acerca de Elizabeth también me reveló una verdad importante acerca de mí. Es algo que nuestro primer terapeuta también nos comentó: Elizabeth no es defectuosa y no necesita “repararse”. Simplemente su cerebro está conectado de manera diferente y ella necesita nuestro apoyo y amor todos los días.

Vea e video de un experto explicando la dispraxia. Aprenda sobre los retos que comúnmente enfrentan los niños con dispraxia. Y averigüe qué hacer si le preocupa que su hijo pudiera tener dispraxia.

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