Mi historia de escolaridad en casa teniendo dislexia y trastorno del procesamiento auditivo
Soy una joven disléxica con trastorno del procesamiento auditivo que fue educada en casa por mi madre, quien también tiene dislexia y trastorno del procesamiento auditivo ¡Y sobrevivimos! Esta es nuestra historia.
Las señales de dislexia y trastorno del procesamiento auditivo fueron evidentes a temprana edad. Empecé a hablar tardíamente, en ocasiones me cubría los oídos con las manos cuando escuchaba ruidos fuertes y a menudo confundía las palabras. Por ejemplo: yo diría “Spiber” en lugar de “Spider” (araña). Esto se volvió un motivo de preocupación y mi padres hicieron que me revisaran la audición, pero yo escuchaba perfectamente.
Mi maestra de preescolar le dijo a mis padres que yo era muy inteligente y que me encontraba en el 5% superior de mi clase, pero que estaba retrasada en algunas áreas. Tenía dificultad con cosas como atarme los cordones de mis zapatos y concentrarme.
Me resultó muy difícil aprender a contar del 1 al 100. Recuerdo a mi mamá ayudándome todas las noches a que entendiera los números hasta que finalmente lo logró después de un mes. Yo era la contradicción andante de inteligencia con deficiencias, y mis padres no sabían qué hacer.
Algunos de mis maestros tampoco estaban muy seguros de qué hacer. Recuerdo la frustración de mi maestra de primer grado cuando le pedí a otro estudiante que me ayudara a atar mis zapatos. ¡No quería tropezarme!
Otra maestra no me ayudó a deletrear la palabra “violetas” para escribirla en una tarjeta de “mejórate pronto” para un compañero. Me sugirió que usara el diccionario. Creo que ella quería que yo fuera autosuficiente, pero usar un diccionario era una pesadilla para mí debido a mi dislexia.
Sabía que no sería capaz de encontrar la palabra, y me daba mucha vergüenza entregar una tarjeta con una palabra mal escrita. Así que cuando mi maestra no estaba mirando, arrugué mi tarjeta y la arrojé a la basura. Nadie lo descubrió.
Cuando era pequeña, pensaba que las personas eran antipáticas conmigo, pero reflexionando acerca del pasado pienso que era que no me entendían. A veces las personas decían que yo era floja o “consentida”. Pero de hecho, estaba esforzándome mucho y sentía rabia conmigo misma.
En segundo grado, la escuela formalmente me diagnosticó con trastorno del procesamiento auditivo. Después de eso, la escuela decidió otorgarme un que incluía terapia para mis dificultades del habla. Mi madre solicitó que también me evaluaran para dislexia, pero la escuela se negó. Entonces decidió llevarme con un evaluador privado quien me diagnosticó con dislexia.
Fue un momento duro para mí. Estaba recibiendo algunos servicios, pero no apoyo para mi dislexia. En la misma época, una maestra de con la que me sentía unida se fue de la escuela. Me sentía desolada. Mis padres consultaron con un defensor que no trabajaba en la escuela, pero parecía que yo no iba a recibir ninguna otra ayuda para mi dislexia.
Así que mis padres decidieron sacarme de la escuela al finalizar tercer grado. Vivíamos en un pueblo extremadamente pequeño en Illinois que no tenía otras opciones escolares, así que mi mamá decidió enseñarme en casa.
El comienzo fue difícil. Durante el verano después del tercer grado, me enfoqué en volver a aprender las matemáticas de segundo y tercer grado. Luego mi madre repitió todo el tercer grado pero con un programa de educación para la casa.
Había momentos en que estoy segura que mi madre quería darse por vencida. Ella nunca había ido a la universidad y no era una experta en dislexia. Le preocupaba no estar haciendo lo correcto.
Pero resultó ser una excelente maestra. Además contrató a un tutor de dislexia para complementar lo que ella estaba haciendo.
A veces, cuando veía programas como Boy Meets World, envidiaba a mis antiguos compañeros de clase. Los casilleros de la escuela se veían tan interesantes en la televisión. Pero tanto mi madre como yo sabíamos que regresar no era lo mejor para mí.
La educación en casa resultó tener ciertas ventajas. Podíamos ser flexibles con el horario. No estábamos limitadas por las horas, y en ocasiones aprendía las lecciones de toda una semana en solo un día. Mi mamá no tenía que preocuparse por la asistencia, ni teníamos que apresurarnos en comprar lo necesario para el regreso a clases cada año. Tampoco tenía que comer esos horribles almuerzos escolares con el brócoli demasiado cocinado.
Lo más importante, tenía la libertad de ser yo sin tener que intentar esconder mis limitaciones. La enseñanza en casa me hizo una persona más segura porque podía elegir el método de aprendizaje y el entorno que me funcionaba. Nadie me iba a decir que buscara una palabra desconocida en el diccionario.
Y aunque estaba siendo educada en la casa, la escuela pública me permitió tomar lecciones con la banda, que me encantaban. La vida social tampoco fue un problema, tenía muchos amigos de la iglesia, del club teatro y de mi trabajo cuidando niños. Y el ser educada en casa en bachillerato, me dio la oportunidad de hacer muchas cosas fuera del salón de clases, como trabajar en un hostal y en ferias comerciales locales.
Cuando me gradué del programa de educación en casa, solicite admisión en la universidad y ¡me aceptaron! La transición fue difícil porque no tuve el apoyo de consejeros y documentos IEP de la escuela pública. Pero logré graduarme en el 2016 cum laude obteniendo un título en comunicación y otro en escritura.
Sinceramente creo que sin el sacrificio de mi madre de enseñarme en casa, yo no hubiera asistido a la universidad. Siempre le estaré agradecida por lo que hizo.
Y quien esté leyendo esto, espero que encuentre el mejor entorno de aprendizaje para su hijo, ya sea de educación en la casa o no. Espero que use todas las herramientas que ofrece Understood porque proveen el conocimiento que hubiera deseado que mis padres hubiesen tenido acceso hace 15 años. Espero que aprenda a enfocarse en las destrezas de su hijo tanto como se enfoca en mejorar sus deficiencias.
Después de todo, fui una niña que escondía su tarjeta mal escrita en un recipiente de basura. Pero hoy en día, soy una graduada universitaria segura de sí misma y con un futuro por delante.
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